Armando Altamira G.
De las múltiples crisis por las que atraviesa México, la más preocupante de todas es la crisis de las ideas. Vivimos en el dramático momento histórico de una nación en el que sus principales referentes intelectuales se encuentran desdibujados, por no decir ausentes: unos suprimidos por una banalidad autoimpuesta, otros cooptados por un sistema político de prebendas que prevalece con los mismos vicios y dinámicas establecidas desde hace setenta años y, finalmente, otros se encuentran muertos por el cumplimiento de ciclos naturales de vida.
Lo anterior fue expresado por Octavio Solís, de la Secretaría de Prensa del STUNAM, en la Primera Jornada Continental de la Confederación de Trabajadoras y Trabajadores de las Universidades de las Américas (CONTUA), Sobre Políticas de Comunicación y Difusión de los Sindicatos Universitarios, los días 11,12 y 13 de mayo, en la sede del Sindicato de los Trabajadores de la Universidad Nacional.
Agregó, al hacer el diagnóstico que en México la clase intelectual presenta los mismos síntomas de descomposición que el régimen político imperante. En parte, esta situación es producto de las prácticas monolíticas que han periclitado a la cultura nacional y a sus instituciones.
Vivimos el paroxismo de la descomposición en cada una de las rendijas de la vida nacional. La palabra cris se ha convertido en adjetivo nacional. Diagnóstico del todo. Sustituta del mundo y mediatizando el futuro. Porque ya basta de enumerar las crisis económica, social, política, cultural, ambiental, de salud. De lo que debiera tratarse es de superarlas todas. Esto, añadió, sólo será posible si por lo menos se asume el compromiso de resolver una para romper el círculo vicioso en que hemos caído desde hace treinta años y transitar hacia un círculo virtuoso.
Refiriéndose a la labor de la prensa sindical, dijo que la tarea de este tipo de encuentros es apuntar hacia el fortalecimiento de las ideas, con el intercambio de experiencias de los diferentes proyectos en la comunicación y prensa sindical. Fortificar los lazos entre distintas generaciones, sindicatos, organizaciones, pero sobre todo generar conciencia en los trabajadores, para que el quehacer político adquiera sentido y rumbo.
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