martes, 22 de noviembre de 2011

Las mujeres de la Revolución Mexicana

Ma. de Lourdes Rosas Martínez

En estos días  en que se conmemora  el “Aniversario de la Revolución Mexicana”, en una visita al Monumento y al museo mismo, me encontré de pronto ante las fotografías históricas de hombres y mujeres que lucharon por sus ideales. Pero resulta sensiblemente conmovedor ver en retrospectiva la participación de la mujer revolucionaria como un sujeto  activo en la historia, la cual con su lucha conquistó los derechos políticos para la mujer en la Constitución Política Mexicana.

 Observar en esas imágenes a las mujeres de la Revolución Mexicana, percibir su inteligencia, valentía, decisión, lucha constante, la herencia que nos han dejado, ejemplo de  trascendencia, reconocerlas y admirarlas no es suficiente; existe una deuda histórica  que nos obliga con las mujeres del ayer, a honrarlas con actitudes y decisiones  congruentes;  cada día,  todos los días  las mujeres de hoy no hemos terminado de escribir la historia.
     La presencia de la mujer en la Revolución Mexicana de 1910 fue mucho más relevante de lo que se reconoce. En los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SDN) hay registradas unas dos mil participantes en acciones militares durante el periodo armado de 1910-1920, pero se estima que debieron estar involucradas muchas más.
     Esto se deduce del número total de población femenina en 1910 (7.5 millones), de la posición importante de las más conocidas y de la emergencia de un fuerte movimiento feminista nacional en 1916 y 1917.Las mujeres revolucionarias de 1910-1920 actuaron en todos los frentes, unas como guerrilleras, políticas, soldadas y divulgadoras ideológicas; otras como espías y correos, muchas otras como cocineras e incluso como prostitutas. La mayoría nació entre 1870 y 1880.

     Se incorporaron al movimiento revolucionario cuando tenían un promedio de 30 años y murieron en la segunda mitad del siglo XX, la mayoría a edad muy avanzada.
     Con anterioridad al movimiento revolucionario, el activismo femenil en México lo contemplamos  en 1880 con Laureana Wright y su periódico Violetas del Anáhuac, y las actividades liberales contra la reelección de principios del siglo XX.
     Otras más son Andrea Villarreal de Lampazos, en Nuevo León, hermana de Antonio Villarreal y sobrina de Pablo González; a Juana Belén Gutiérrez, Dolores Jiménez y Muro, y a Elisa Acuña Mazetti.
     Estas precursoras de la Revolución Mexicana confluyeron en el antirreleccionismo con los hermanos Flores Magón, pero cuando Ricardo se radicalizó en el anarquismo (1908) rompieron con él y vertieron sus esfuerzos hacia Francisco I. Madero.
     En el periodo previo al movimiento armado de 1910 surgieron numerosos clubes y partidos políticos, en los que participaron muchas mujeres en carácter de promotoras y activistas, resaltando en particular las maestras normalistas.
     La campaña presidencial de Madero contó con una amplia presencia de mujeres, entre ellas su propia esposa Sara Pérez (Sarape) y María Arias (María Pistolas), quien fue apodada así porque en 1914 el general Álvaro Obregón le regaló un arma por haber cuidado la tumba de Madero.

En el movimiento constitucionalista de Venustiano Carranza destacó Hermila Galindo, quien planteó la liberación sexual y promovió que el derecho del voto a la mujer se incorporara a la Constitución de 1917. En el frente zapatista resaltó la coronela Amelia Robles, quien tuvo que vestirse de hombre y cambiar su nombre a "Amelio" para acceder a una pensión militar en los años 30. Era nativa de Guerrero y murió a los 95 años.
     Entre los villistas, la mujer no fue bien vista pero era tolerada como "soldadera", con eventuales funciones militares.
      Cada una de estas mujeres y muchas más nos darían para escribir y conocer profundamente sobre su vida y su desenvolvimiento en el movimiento armado y aunque la existencia de figuras legendarias como La Adelita y Valentina tal vez sólo sean leyendas; cuántas sin nombre no fueron parte determinante en aquellos momentos.
     Uno de los hechos políticos más importantes de la participación de la mujer en la Revolución Mexicana fue la celebración de dos congresos feministas en 1916, en Yucatán, organizados por el general Salvador Alvarado, gobernador militar en el Sureste.
     Por lo tanto, nos corresponde defender las conquistas alcanzadas. Vaya un homenaje por todas esas mujeres, celebremos recordándolas y honrándolas siguiendo su ejemplo de lucha, tenacidad y valentía. La mujer de hoy enfrenta aún muchos retos y en sus hombros sigue la gran responsabilidad de ayer, hoy y siempre de luchar por cada uno de sus ideales en búsqueda de un México mejor.

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